lunes, 3 de septiembre de 2012

Rovinj: la 'Little Venice' croata


La costa croata es uno de los rincones más bellos de Europa. Rovinj es uno de sus secretos. Uno de las islas marineras de la península de Istria –lindando con Italia- donde la historia, la gastronomía y las tradiciones armonizan con placidez junto al mar.


A primera hora de la mañana, cuando el sol aún está tocando las calmadas aguas de Rovinj, en la costa norte de Croacia, llegan las primeras pequeñas barcas repletas de pesca. La gente de Rovinj sabe que a pie de muelle, en la negociación con el marinero, sacarán las mejores gangas para la comida del día.

Hay que levantarse temprano para ver y sentir lo que es Rovinj en realidad. Una ciudad de mar sobre el mar. Un bello paraje casi como un trampantojo en el que no entra más belleza. Realmente, Croacia es así: uno se aventura por sus carreteras zigzagueantes, y pasa de escenarios de vegetación exuberante, montañas pobladas, sombreadas por la hojarasca, a pueblitos casi sumergidos en las aguas del Báltico, teñidos de colores gastados por el sol, de ventanas de madera abiertas a la calma. Rovinj es uno de esos caprichos, una sorpresa que enamora desde el primer momento, una islita convertida en archipiélago en 1763, cuando se unió a tierra firme.

Es bueno madrugar para recorrerse Rovinj cuando permanece en esa quietud, para deambular sin rumbo por su callejuelas empedradas, sombreadas por las casitas apiñadas, como intentando trepar a la cúspide donde se encuentra la catedral de Santa Eufemia que domina Rovinj a sus 57 metros de altura.



Es el templo barroco más grande de Istria, con su campanario trazado a imagen y semejanza de la Basílica de San Marcos de Venecia, con sus 60 metros de altura y esa imagen de la patrona Eufemia moviéndose al ritmo que dictan los vientos. Esta catedral se construyó cuando la isla servía de baluarte a la flota veneciana, allá por el año 1736. Todo el que acude a esta Iglesia busca la tumba de Santa Eufemia, un mármol frío que guarda la historia de la patrona de Rovinj: torturada por el emperador Diocleciano al que no le gustaba mucho la fe de la tal Eufemia; por ello fue lanzada a los leones, pero de nada sirvió: su cuerpo desapareció frente a la costa en, según dicen, un barco fantasma. Lo cierto es que hay que recorrer la catedral y llegar al ala derecha para ver el sarcófago y las pinturas que narran esta historia.

Venecia… Venecia parece este rincón croata. Dejamos la catedral y sus leyendas y volvemos a bajar al puerto, a ese mercado pop up de peces del día y entonces te tienta comprar o al menos soñar con qué comer ese día. Sin duda alguno de los platos típicos croatas, tan semejantes –de nuevo- a su vecina
Italia, como los gnocchi de calamar, o ese plato que llaman Porkolt, pez siluro guisado con una salsa de pimentón roja…

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